La aplicación de nanotecnología o “ciencia de lo pequeño” reduce los efectos secundarios y aumenta la eficacia de los tratamientos
Cuando el médico receta cualquier medicamento la primera pregunta que
asalta al paciente es: ¿Me sentará bien? La experiencia de que un medicamento
afecte al estómago o al intestino, es algo común. Muchas veces el enfermo
siente que los efectos secundarios de los medicamentos tienen peores
consecuencias que el propio mal que intenta solucionar. Además, con frecuencia
se tiene la sensación de que las cantidades de medicamento que se toman son
mayores de lo que se necesita para resolver el problema de salud que se padece.
Esto hace que muchas personas tiendan a abandonar antes de acabar los
tratamientos o sufran deterioro psicológico por la prolongación de los mismos y
por las complicaciones que les producen.
Médicos y farmacéuticos llevan a cabo numerosos estudios para que esta
situación cambie. La aplicación de la nanotecnología a la elaboración de los
medicamentos abre las puertas hacia un futuro no muy lejano con “medicamentos
más seguros y más eficaces” como indica Ricardo Palacios, responsable del área
de desarrollo de negocio de Bionanoplus.
El primer paso es lograr que el medicamento alcance las zonas enfermas
del organismo sin generar daños en las partes sanas. Este es un reto al que se
han enfrentado desde hace muchos años los investigadores de farmacia aplicada.
Se produjo un avance muy importante a partir de los años 70 del siglo pasado
cuando se describieron las nanopartículas por Peter Speiser del Instituto
Tecnológico de Zúrich. En la misma época en el Colegio de Farmacia de Londres
se elaboraron las primeras nanomedicinas. Estas nanopartículas solo son
visibles al microscopio y consisten en sustancias que envuelven en una microcápsula
los fármacos dándoles unas propiedades especiales. A simple vista, el
medicamento tiene el mismo aspecto que un comprimido o inyectable clásico, pero
el fármaco se encuentra dentro de una partícula nueva.
Para que un medicamento llegue al punto donde debe actuar ha de
atravesar las barreras biológicas como la piel, la mucosa gastrointestinal o
respiratoria y pasar a la sangre. Las
nanopartículas tienen que conseguir proteger al fármaco y ayudarle a atravesar,
por ejemplo, la mucosidad del intestino. Rebeca Peñalva, miembro del Departamento
de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Navarra explica: “Si
tiene que hacer efecto en el intestino, se utiliza una nanopartícula que pueda
atravesar el estómago sin liberar el medicamento para que se libere una vez que
llegue al intestino. Si interesa liberarlo en el estómago se buscan materiales
que faciliten la liberación en este punto”. Además, la eficacia es mayor y los
efectos secundarios o indeseables se reducen si todo el medicamento llega al
lugar donde se necesita sin distribuirse por otras partes del organismo. La
cápsula trata de garantizar que no se degrade el fármaco desde el momento en
que lo toma el paciente hasta que llega al punto de acción.
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Laboratorio del Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Navarra |
Otro de los objetivos es lograr que el fármaco incluido, por ejemplo, en
un comprimido, se incorpore al organismo de forma progresiva. “Al tomar un
medicamento, automáticamente se produce un pico de dosis máxima. Cuando el
medicamento está en la dosis máxima es cuando más efectos secundarios provoca.
Si el fármaco está atrapado en las nanopartículas se puede conseguir que la
liberación sea lenta y no tener un pico alto, sino tener unos niveles en
sangre más sostenidos. Esto puede
aumentar la eficacia y la seguridad del producto”, indica Palacios.
Está comprobado que la capacidad de estas nanopartículas para lograr
que el medicamento se vaya incorporando a la sangre poco a poco supone la reducción
de los efectos secundarios. Con una sola dosis se consigue el efecto deseado y
no es necesario repetir la toma de medicamento varias veces al día. Esto reduce
las posibilidades de olvido que rompen la pauta de administración.
Los equipos de investigación ven con optimismo las posibilidades que
se descubren para los enfermos de cáncer. Estos deben someterse a tratamientos
prolongados, recibiendo el medicamento durante horas. En especial consideran
muy importante que los nuevos medicamentos puedan aplicarse por vía oral. Con
una pastilla de esta nueva tecnología el fármaco podrá irse incorporando al
organismo durante un periodo prolongado. Nekane Martín, investigadora del
Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica de la Universidad de Navarra,
expone: “Para el paciente es mucho peor ir al hospital y tener que estar
conectado a una maquina durante mucho tiempo. Prefiere estar en casa, tomarse
un comprimido y seguir vida normal”.
Las enfermedades crónicas también se beneficiarán de esta innovación.
Es el caso de la artrosis que exige tomar frecuentemente antiinflamatorios con
efectos negativos en el estómago. El uso de las nanopartículas ofrece la
posibilidad de encapsular más de un fármaco y que se libere en el momento y
lugar oportuno. Peñalva explica: “Se puede encapsular el antiinflamatorio junto
con el protector de estómago. De esta manera, se libera uno y luego otro y solo
es necesaria una medicación”.
Además de lo que se ha avanzado en la preparación de medicamentos que
se administran por vía oral, también se están utilizando nanopartículas en
pomadas. En este caso se trata de que la nanopartícula facilite la penetración
del fármaco en la piel. En el Departamento de Farmacia y Tecnología Farmacéutica
también se trabaja en una línea de oftalmología. “Se están haciendo estudios de
aplicación en casos de aparición de vasos sanguíneos en el ojo por algún
problema. Se administra el fármaco en nanopartículas vía ocular con una gota. El
resultado es que resulta más eficaz y disminuye antes la vascularización cuando
se administra con nanopartículas”, añade Peñalva.
Están
en marcha muchos proyectos que pretenden alcanzar soluciones que parecen de
ciencia ficción. Palacios señala: “Hay quien está pesando en utilizar nanopartículas
de metal para ponerlo en el fármaco y si se quiere, por ejemplo, que llegue al
cerebro, llevarlo hasta ahí con un imán”. También se ha experimentado con
tratamientos en vena dirigidos con determinados compuestos químicos que consiguen
llegar al órgano dañado. Esto se ha trabajado en tumores de riñón en ratones.
La aplicación de estos
avances no es igual de interesante en todos los fármacos. “Si un compuesto se
absorbe bien, no se degrada y no se busca una liberación sostenida, no es
adecuado encapsularlo”, aclara Peñalva.
Desde que un
medicamento empieza a estudiarse en el laboratorio hasta que se puede comprar
en la farmacia transcurren unos diez años. En el caso de las nanopartículas la
mayor parte de la investigación se encuentra en la primera etapa, se está comprobando
la eficacia sobre ratones, ratas y cobayas. Varios medicamentos han pasado ya a
la siguiente fase de experimentación en mamíferos mayores como perros y monos. Según
publica Juan Manuel Irache, catedrático de Galénica de la Universidad de
Navarra, en los Anales del Sistema Sanitario de Navarra, en el mercado existen,
desde hace casi diez años, algunos medicamentos basados en el sistema de
transporte con nanopartículas. Se utilizan para el tratamiento de leucemias,
para el cáncer de ovario y también en casos de cáncer de mama.
En Navarra además de la
investigación que se desarrolla en la Facultad de Farmacia, hay laboratorios
como Idifarma o Cinfa que trabajan en la puesta a punto de la aplicación de las
nanopartículas. En Bionanoplus están desarrollando mejoras en la tecnología con
patentes propias. “La ventaja adicional de nuestra tecnología es que los
métodos tradicionales para obtener nanopartículas a nivel industrial son
bastante complejos de manejar por el uso de disolventes orgánicos volátiles muy
tóxicos. Para eliminarlos hay que utilizar técnicas y aparatos complejos. Lo
que hemos hecho es evitar el uso de estos disolventes y, de esa manera,
conseguimos hacer una elaboración muy sencilla utilizando equipos y métodos
estándar de fabricación”, expone el doctor Palacios.
Hoy en día, los
expertos coinciden en que la nanotecnología es una parte importante del futuro
de la medicina y de los nuevos fármacos. Quedan todavía muchas aplicaciones que
no se han estudiado y hay un amplio margen de trabajo para mejorar los conocimientos actuales. Las
ventajas están claras. Se están consiguiendo medicamentos que actúen
directamente sobre los tejidos enfermos sin distribuirse por otras partes del
organismo o ser eliminados por las vías secretoras. La dosis en sangre de
medicación quedará regulada de forma que no haya grandes cantidades que puedan
generar efectos secundarios no deseados y dañinos en las partes sanas.
Conseguir que el fármaco se vaya liberando poco a poco servirá para que con
menos tomas se produzcan los efectos deseados.
Sin embargo, hasta que
estos medicamentos se utilicen como algo habitual ha de transcurrir un tiempo
de seguimiento y comprobación de los resultados. El doctor Irache, valora muy
positivamente las aportaciones de las nanopartículas al campo de la medicina y apunta
en la publicación citada: “Aunque la nanotecnología está cambiando la forma y
las maneras de diseñar los sistemas de administración y transporte de fármacos,
no se puede olvidar los numerosos problemas y desafíos que representa su
utilización”.
Reportaje para ser publicado en prensa.